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jueves, 29 de marzo de 2012

Reflexión: El placer de la literatura incluye la de todos los tipos.


Holaa!

Hoy os quiero hacer una reflexión acerca de un par de artículos que he leído. Por un lado, ayer descubrí esta entrevista al escritor infantil y juvenil Fernando Lalana a raíz del premio Edebé Juvenil que ha ganado su nueva novela. 

La entrevista en sí, en la que hablaba de manera breve de su obra, no me  hubiera llamado la atención sino fuera por esta pregunta:

Entrevistador: No se le ve pues muy a favor de Harry Potter o las series de vampiros.

Fernando Lalana: Son fenómenos que me sorprenden porque usan recursos de la literatura infantil en lugar de ser un puente que los encamine a la adulta. Tengo la sensación de que el fenómeno Harry Potter no nos ha proporcionado lectores al resto de literatura juvenil, porque cuando se acaban por ejemplo esas series de vampiros solo quieren más vampiros y no leen nada más. Son excluyentes. Yo quiero que lean mis libros unos años, que les sirvan de pista de despegue y luego den el salto y pasen a leer a Patricia Highsmith o a Poe, que descubran nuevas lecturas.

Así pues, ¿está este buen hombre afirmando que quien lee vampiros ya no es capaz de leer otra cosa? ¿O es que acaso los niños que lean sus obras van a querer después leer el Quijote?

Respecto a lo primero, perdóneme usted señor Lalana pero le aseguro que hay muchos ávidos lectores que quieren lecturas de ambos tipos, y es más, ¿no resulta igual de excluyente el que se considera "culto" y se niega a leer lo que mucha otra gente lee?

Por otro lado, que sepa que usted ha escrito uno de mis libros de infancia favoritos (El secreto de la arboleda), que me marcó muchísimo y que jamás olvidaré. Y sin embargo aquí me tiene, "he caído en las redes" de Crepúsculo y de Harry Potter, y me enorgullezco de ello.

Pero imaginemos por un momento que la literatura juvenil realmente tiene adeptos únicamente enganchados a ella... ¿y qué problema hay? ¿Por qué los autores juveniles no tienen derecho a ser respetados y admirados? ¿Por qué cada uno no puede escoger lo que quiere leer sea del género que sea? ¿Acaso la literatura no es por delante de todo un placer que merece ser disfrutado? ¿Y acaso cada uno no es libre de escoger sus placeres?

Pues parece ser que no, porque Fernando Lalana no es el único que opina de forma similar. En el blog Midnight Eclipse, he encontrado una muy buena entrada que preferiría que no hubiese sido necesario que nadie escribiera. La entrada era a raíz de un artículo de opinión publicado hoy al New York Times firmado por Joel Stein

Voy a poneros algunas frases que me han parecido verdaderamente sorprendentes:
"The only thing more embarrassing than catching a guy on the plane looking at pornography on his computer is seeing a guy on the plane reading “The Hunger Games.” Or a Twilight book. Or Harry Potter."
"La unica cosa más vergonzante que encontrar a un chico en un avión viendo pornografía en su ordenador es ver un chico en un avión leyendo "Los Juegos del Hambre". O un libro de la saga Crepúsculo. O Harry Potter."
Mmmmmmm, ¿de verdad es necesario que comente esto? No tengo nada en contra de la pornografía pero,  ¿realmente ambas cosas son comparables?
"I appreciate that adults occasionally watch Pixar movies or play video games. That’s fine. Those media don’t require much of your brains. Books are one of our few chances to learn. There’s a reason my teachers didn’t assign me to go home and play three hours of Donkey Kong."
"He observado que los adultos ocasionalmente ven películas de Pixar o juegan a videojuegos. Eso está bien. Ese tipo de media no requiere demasiado de tu cerebro. Los libros son una de nuestras pocas oportunidades de aprender. Esa es la razón por la que mis profesores no me mandaron que me fuera a casa y jugara tres horas con Donkey Kong (un juego)."
Es decir, solamente se puede aprender con los libros, porque una película o un videojuego no te puede enseñar nada. 
"I have no idea what “The Hunger Games” is like. [...] I don’t know because it’s a book for kids. I’ll read “The Hunger Games” when I finish the previous 3,000 years of fiction written for adults."
"No tengo ni idea de porqué gusta "Los Juegos del Hambre". [...] No lo sé porque es para niños. Leeré "Los Juegos del Hambre" cuando me haya terminado los anteriores 3000 años de ficción escritos para adultos.""
El día en que usted se lo lea, yo haré caso a los escritos que usted haga sobre el tema, (llamádme tiquismiquis pero tengo la curiosa manía de pedir a las personas que dan su opinión sobre un libro que se lo hayan leído).
"Let’s have the decency to let tween girls have their own little world of vampires and child wizards and games you play when hungry." 
"Tengamos la decencia de dejar a las adolescentes tener su pequeño mundo de vampiros y magos infantiles y juegos a los que jugar cuando tienes hambre.". 
¿¿¿¿Juegos a los que jugar cuando tienes hambre???? Claaaro, todo el mundo sabe que los tributos iban a matarse entre ellos para no aburrirse mientras esperaban la comida... (¿Véis los motivos que tengo para ser tiquismiquis?)
"You can’t take an adult seriously when he’s debating you over why Twilight vampires are O.K. with sunlight." 

"No puedes tomar seriamente  a un adulto cuando está debatiendo contigo sobre porque los vampiros de Crepúsculo siguen bien con la luz del sol."
No, yo jamás me tomo en serio a la gente que habla de aquellas experiencias que yo he disfrutado, prefiero los discursos sobre temas ajenos a mi persona.

¿Es que acaso tiene que haber una edad a partir de la cual ya no se puedan leer según que libros? ¿Hay que prohibir a la gente ser feliz leyendo lo que le gusta?

En definitiva, quiero dejar claro que me enorgullezco de leer lo que leo, y que invito a todos los que me leáis a disfrutar con el tipo de libro que queráis, y que no os preocupéis por los comentarios que la gente  que se hace llamar "experta" pueda deciros al respecto. Si no quieren leerlo, ellos se lo pierden

Y hasta aquí mi reflexión de hoy, 

Un beso!

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lunes, 26 de marzo de 2012

Reflexión: De reediciones y cambios en las portadas.


Holaa!

Hoy os traigo un debate sobre un tema del que ya se ha hablado muchas veces, pero que no obstante me llama y quiero compartir con vosotros. Se trata de las portadas: ¿Os parece bien que una portada sea modificada cuando es publicada en otra lengua?

Personalmente, yo creo que si la autora con la editorial crea una portada de una determinada manera es por que tiene sus motivos para hacerlo. Así pues, ¿por qué cambiarlo? ¿No estamos así cambiando la esencia original que se ha querido mostrar en un principio?

Por otro lado, es cierto que hay editoriales que han hecho obras maestras en cuanto a las ediciones, pero también las hay que las han destrozado. Os podría poner mil ejemplos, pero os voy a poner uno en el que creo que todos estaréis de acuerdo:

Se trata del libro Latidos de Anna Godbersen, una saga que siempre he comentado que me encanta, pese que no todo el mundo piense lo mismo. Aun así en esta ocasión me voy a quedar en las portadas, y creo que una imagen (o tres en este caso) valen más que mil palabras:

The luxe - Latidos
Rumors - Rivales
Envy - Envidia
¡¡¿No os parecen preciosas las originales?!!

A mí sí, pero como yo y el inglés no nos llevamos demasiado bien, me tuve que conformar con las portadas castellanas.

Hace poco, en el encuentro editorial con Gemma Xiol (editora de ELLAS) en Abacus al que asistí, (os pondré la crónica más adelante, cuando hayan sido todos los encuentros), tuve la oportunidad de preguntarle a Gemma el motivo del cambio de la portada. Su respuesta se refirió a la época a la que se publicó el libro (hace ya algunos años), en la que ese tipo de portadas negras con un toque de color rojizo en la letra estaban de moda (inspiradas en Crepúsculo).

No obstante, imaginaros mi cara de sorpresa cuando, una vez yo ya tenía mi colección de la saga, salió a la  venta la edición de bolsillo... ¡con las portadas originales! (De hecho también se habían mantenido en la edición del Círculo de Lectores, pero al no ser socia del club no me había planteado intentar conseguirlo). De momento en la edición de bolsillo solo han salido los dos primeros títulos, y claro, no es plan de volvérlos a comprar... 

Por otro lado, en unos cuantos meses saldrá a la venta la 4a y última parte de la saga y os aseguro que me voy a enfadar muchísimo si se decide cambiar el diseño de nuevo... Y es que si hay algo que me gusta menos que el hecho de que no se conserve la portada original, es el hecho de que se cambie el formato a media saga.

Personalmente, para mí mis libros son una colección, los tengo bien puestos en mi estantería y me encanta contemplarlos y ordenarlos (por eso no me gustan los ebooks, pero eso es otro tema). Y me encanta también que una saga tenga el mismo formato y el mismo estilo en todos sus libros. Es por eso que me dan mucha rabia ciertas reediciones o segundas/terceras/cuartas partes en las que se cambia el estilo de la portada. Por ejemplo, ¿Qué necesidad tenía SM de hacer una reedición de Delirium cambiándo la portada? Si en un primer momento se tomó la decisión de apostar por un cambio de la original¿Por qué ahora sacan a la venta Pandemonium siguiendo dicha estética? Imagino que se trata de una estrategia de venta, para que la gente que tenía la anterior versión se compre la nueva, pero me parece fatal la verdad...

Por otro lado, desconozco los motivos, pero en general me he fijado en que las editoriales catalanas suelen respetar más las portadas originales. Por citar algún caso, os dejo la imagen de las portadas de Rubí, editado por Montena en su versión castellana cambiando las portadas y con un estilo bastante diferente en los tres libros de la saga, y editado por La Galera en catalán siguiendo la estética original y aplicándola a toda la trilogía (he notado que esta última edición ha causado bastante furor entre los blogguers catalanes).

 
  


Y lo mismo digo en cuanto a reediciones para poner la portada de la película... será una buena estrategia económica, pero desde el punto de vista de la edición me parece un atentado en contra del texto que hay en el libro, pues la literatura debería valerse por si misma sin necesitar de la cara bonita de los actores que interpretan la versión cinematográfica... (y os lo dice una estudiante de comunicación audiovisual). 

En definitiva, quiero transmitiros mi desacuerdo por esas reediciones que no respetan lo original o por esas sagas que quedan editadas en formatos diferentes, entiendo que las editoriales son negocios, pero creo que si se empieza algo hay que acabarlo, y que no todo es lícito para ganar unas cuantas ventas más.

¿¿Que opináis vosotros?? 
¡¡Ya sabéis que aquí podéis comentar todo lo que se os ocurra!!

Un beso!

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sábado, 17 de marzo de 2012

Fragmento de "El juramento" de Kimberly Derting (El juramento 1)



Holaa!

Hoy os traigo un fragmento de un libro que me gustó mucho, y ¡SIN SPOILERS! Se trata de El juramento, ¡a ver que os parece!


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Este fragmento de amor que os voy a reproducir a continuación me ha parecido bello porque es un ejemplo de como un acto tan sencillo, rápido y corto como una pequeña ayuda a bajar un peldaño alto puede significar tanto para la protagonista, ces't l'amour:



(En el capítulo X) 
Si no me hubiese importado tropezar con alguien, no habría aceptado la ayuda de Max y hubiese saltado por mi cuenta. Pero no veía dónde caería, así que estaba obligada a tomar su mano.


Me arrastró hacía él y me vi entre sus brazos. Noté su fuerza, el calor de su cuerpo contra el mío y sus manos acariciando mi cintura cuando me bajaba mucho más despacio de lo que hacía falta, pensé. Sentí que me azoraba, pero que no era importante, que no era real.


Al poner mis manos en sus hombros y mis manos alrededor de su cuello, solo con tocarlo, piel contra piel, me puse colorada. Sentí una sacudida de deseo cuando me cogió.


Suspiré cuando mis pies tocaron la gravilla y deseé que no me hubiese oído, aunque era casi imposible, porque estábamos pegados el uno al otro. Pasaron unos segundos que se me hicieron eternos, y él seguía abrazándome con sus manos en mi espalda. No me moví. Pensé en qué pensarían Sydney y Angelina. Pero seguí así, oyendo los latidos de su corazón en mi mejilla.

¿¿Os ha gustado?? ¿¿Habéis leído el libro??

Un beso!!

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Crónica: Presentación de Quantic Love, de Sonia Fernández-Vidal

Holaaa!

Hoy os traigo la crónica de un evento que se produjo el pasado 22 de febrero en La Casa del Libro de Rambla Catalunya. Se trata de la presentación de Quantic Love de Sonia Fernández-Vidal.


Francamente, quedé impresionada del trabajo que hicieron para montarlo todo y la cantidad de gente que había en la sala, pues prácticamente no se podía entrar, y mucho menos sentarse. En la mesa desde la que se hablaba había tres personas: Iolanda Batallé, directora de La Galera, estaba a la izquierda, y a la derecha se encontraba el ya habitual Francesc Miralles. Al centro, por supuesto, se encontraba Sonia.

Átomo brillante y gigante, desde luego se curraron muchísimo la decoración.
Decoración en el suelo
Iolanda Batallé, Sonia Fernández-Vidal y Francesc Miralles

En primer lugar hubo una intervención de Iolanda, en la que se dieron un par de noticias totalmente admirables: Se mencionó el gran éxito que está teniendo el libro no solo a nivel nacional, sino también en el ámbito de la publicación del mismo en otros países como son Suiza, Francia y Polonia. También se dio la noticia de la próxima publicación de la 2a edición del libro en catalán, la cual ya está en marcha.
Después de estos datos y de un profundo agradecimiento de Iolanda a todos los que han hecho posible el libro, fue el turno para Sonia. La autora pasó una presentación de power point llena de citas y de anécdotas varias referidas a científicos famosos (o no tanto). Fue una charla realmente interesante que invitaba a la reflexión acerca de la importancia de la ciencia y de las personas que la llevan a cabo. 

Por otro lado también se habló del libro, de la ya famosa anécdota que llevó a Sonia a escribirlo: Según cuenta, en los eventos publicitarios de La puerta de los tres cerrojos, su anterior publicación, asistía a presentaciones en diferentes colegios o institutos junto a Rocío Carmona, autora de La gramática del amor, la otra gran apuesta de La Galera del año pasado. Sonia cuenta que cuando se hablaba del libro de Rocío, eran las niñas las que se ponían hacia delante escuchando con interés, atraídas por la historia de amor que cuenta la novela. En cambio, en el momento de hablar de su libro científico, eran los niños los que se sentían atraídos, mientras que las niñas se quedaban rezagadas.

Es así como surgió la idea de crear un libro que combinara las dos cosas: amor y ciencia. Y entonces nació Quantic Love. 

Se habló también del grado de experiencia propia que el libro contiene, y es que está situado en el CERN, un centro de investigación científica de Suiza en el que la autora estudió física cuántica. Como parte de la presentación, Sonia pudo viajar allí de nuevo y rememorar todos los espacios en los que ha situado su obra. Eso sí, la autora aclaró que los personajes y sus historias son de invención propia. 

Finalmente se hizo un pase del book trailer del libro, con música de Nikosia. Y a continuación le llegó el turno de habla a Francesc Miralles, fundador de la banda y un buen amigo de la autora, quién prefirió ceder el turno de habla a la actriz que interpreta a Laila (protagonista de Quantic Love) en el book trailer. Ella hizo algunas preguntas a Sonia, quien las contestó muy amablemente. 

Después, Anna Gallagher, responsable del blog El cajón de los girasoles, leyó un fragmento del libro, y ya para acabar se pasó a la actuación en directo de Nikosia (con Francesc Miralles y Rocío Carmona  inclusive). El grupo interpretó la homónima banda sonora del libro.

NIKOSIA interpretando Quantic Love. En el centro vemos a Rocío Carmona, y al fondo a la izquierda Francesc Miralles.

Y ya después solo quedó el momento de las firmas, en el que conseguí mi dedicatoria para el libro de La puerta de los tres cerrojos, además de una foto con la autora que pasa a Mi archivo fotográfico! :D


Yo con Sonia Fernández-Vidal
Con muchísimo amor.
Sonia Fernández-Vidal - La puerta de los tres cerrojos
 Por último, aproveché la ocasión para pedirle a Francesc Miralles que me firmara mis ejemplares de Retrum, además de recordarle la promesa incumplida hasta el momento de pasarse por el blog que me había hecho el pasado Sant Jordi (momento en el que se comprometió con firma y todo como prueba jeje).

Per a l'Alba, benvinguda als pàl·lids!!! "Love will  tear us apart"  JOY DIVISION
Francesc Miralles - Retrum: Cuando estuvimos muertos
Per a l'Alba, la gran protagonista d'aquesta novel·la. Love has no end.
Francesc Miralles - Retrum 2: La nieve negra
  Debo decir que Francesc estuvo muy amable, y ahora sí ha cumplido su promesa y ha comentado en el facebook del blog (¡gracias Francesc!)
Comentario de Francesc Miralles en el facebook del blog
Y finalmente, quiero agradecer a La Galera porque, sin yo pedirlo, me encontré con el libro de Quantic Love ¡firmardo! en mi buzón unos días más tarde por el simple hecho de haber difundido y asistido a la presentación. ¡¡Muchísimas gracias!! 
Quantic Love
Para Alba, con todo mi amor cuántico
Sonia Fernández-Vidal - Quantic Love

Y acabaré la crónica dando un último dato: ya tenemos fecha de la presentación en Barcelona del último libro de Francesc Miralles, OBLIVION:

¡¡12 de ABRIL!!

¡Allí nos veremos seguro!

¿¿Alguien fue a la presentación y quiere aportar su experiencia?? ¿¿Alguien que quiera comentar algo al respecto?? Tenéis el apartado de comentarios completamente a vuestra disposición :) 

Un saludo!

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domingo, 11 de marzo de 2012

Reseña: La puerta de los tres cerrojos (Sonia Fernández-Vidal)


Holaaa!

Hoy la segunda reseña del paquete de 5 libros que me mandó La Galera (por millonésima vez ¡muchas gracias!) Este ha resultado ser un libro muy interesante, veréis a continuación el porqué:


Título en castellano
: La puerta de los tres cerrojos

Autora: Sonia Fernández-Vidal

Saga: Autoconclusivo
 
Editorial: La Galera

Sinopsis:
Niko Mir, un chico solitario de catorce años, no se imagina las consecuencias que le acarreará no seguir el camino que cada día recorre para llegar al instituto. Al variar su ruta, descubre una casa que nunca antes había visto. Atraído por el misterio, se adentrará en ella y se verá inmerso en un extraño universo. 
Dentro del Mundo Cuántico ocurren cosas sorprendente, desde una guerra entre la materia y la antimateria hasta las desapariciones del gato Schrödinger, pasando por un taller de relojería donde se pone a prueba la relatividad del tiempo. 
Inmerso en esta aventura inesperada, Niko tiene la misión de devolver el equilirio, ahora en peligro, entre su mundo y el universo cuántico que acaba de descubrir.


Sobre la autora: 
Nació en Barcelona, en 1978. Se licenció en Física por la Universitat Autónoma de Barcelona y se doctoró en el campo de la Información y Óptica Cuántica. Como física cuántica ha trabajado en los centros más importantes del mundo: en el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN), en el proyecto del acelerador de partículas Large Hadron Collider; en el Laboratorio Nacional de Los Álamos; en el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO), etc. Durante un tiempo, trabajó en un proyecto sobre óptica e información cuántica en la Universitat Autónoma de Barcelona. Pero siempre ha combinado todos estos conocimientos y experiencias con la docencia. Ha realizado charlas y cursos muy amenos e instructivos para acercar los misterios de la física cuántica a los no entendidos. Y consigue transmitir y divulgar unos conocimientos complicadísimos de una manera sencilla e inteligible

Página oficial del libro:

Contenidos:

Amor: **
Acción: ***
Terror: *
Diversión:***
Dramatismo: *
Originalidad: ****
Sorpresa: **
Profundidad: **

Opinión personal (sin spoilers): 


En primer lugar quiero destacar el gran trabajo de edición, y es que el libro, aunque no lo parezca, está lleno de ilustraciones, cambios en el tamaño y en el tipo de letra y monerías diversas siempre relacionadas con el argumento de la página correspondiente. Hay fragmentos encuadrados, dibujos, palabras importantes puestas en un gran tamaño... Está todo muy bien medido y realizado para hacer dinámica y amena la lectura. Los diferentes enigmas encuadrados que aparecen han resultado muy interesantes, y las soluciones de lo más inesperadas.

Por otro lado, si le pedí a la editorial que me mandara el libro fue porque tenía mucha curiosidad en ver cómo una autora científica podría divulgar la física cuántica a través de una historia infantil-juvenil, y la verdad es que me he quedado con un buen sabor de boca al ver como lo ha conseguido.

Antes de nada debo advertir que uno debe saber que es lo que pretende ser el libro y juzgarlo a partir de ahí. Es por eso que si lo que estáis buscando es una gran novela de aventuras con un argumento bien intrigante y elaborado, esta no es vuestra historia. Debo reconocer que la trama del libro es muy simple, y que las diferentes aventuras por las que pasan los protagonistas son de resolución sencilla y sin demasiadas complicaciones. Cada nuevo "problema" se resuelve a la siguiente página, sin más, a modo de cuento infantil.

No obstante, es necesario tener en cuenta que el hacer una gran historia no es el propósito de la autora. Lo que hay que valorar de este cuento es la  capacidad de expresar de manera sencilla algunas de las complicadas cuestiones de física cuántica. ¿Y cómo se consigue eso? Pues usando una técnica que a mi modo de ver es la mejor: mediante metáforas sencillas que invitan al lector a crear imágenes mentales que le ayudan a captar la esencia, a entender el contenido y a retenerlo mucho más que las meras definiciones o conceptos. El libro nos propone, por ejemplo, que para imaginarnos como se creó el mundo, podemos visualizar un partido de fútbol entre la materia y la antimateria, de la cual la primera saldría victoriosa. Evidentemente esa explicación no es para nada de estilo científico, pero sin embargo contribuye a que nos lo imaginemos como algo que sí que entendemos y que nos hagamos una pequeña idea, además de permitirnos sonsacar alguna que otra sonrisa

No podría decir para qué edad es el libro, puesto que tiene un cúmulo de características propias de estilos diversos. Desde el punto de la ciencia que se explica, creo que hay una mezcla de conceptos que se aprenden de pequeño con otros más complicados. Yo, que estuve estudiando física hasta el año pasado (cuando acabé el bachillerato), ya conocía  algunos de los términos y de las explicaciones, aunque no todas. 

En conclusión, un libro soso desde el punto de vista literario, pero muy interesante en el ámbito pedagógico. Y con eso no quiero decir en absoluto que sea aburrido, sino todo lo  contrario: Tiene un componente original y dinámico que es el que ayuda a retener realmente la idea básica de los conceptos explicados, y eso es fundamental para el objetivo de divulgación que la autora pretende conseguir y consigue. 

Un libro bueno en su campo, que debería ser leído tanto por los de ciencias que sepan y quieran una versión fácil de los hechos científicos, como por los de letras que estén mínimamente interesados en el tema pero a los que les de miedo no enterarse de nada: Con este libro os haréis todos una pequeña idea clara y curiosa.
Nota (sobre 10): 8,2


¿Lo habéis leído? 
¿Os llama la atención?
 ¡Espero vuestras opiniones!

Un beso!

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sábado, 10 de marzo de 2012

Fragmentos de "Delirium" de Lauren Oliver (Delirium 1)



Holaa!

Hoy la entrada Fragmentos célebres referente a Delirium. ¡Esta novela ha tenido tantísimos fragmentos que me han gustado...! Además el problema principal es que han habido capítulos que me han gustado enteros, que me han parecido memorables. Y algunos fragmentos solo es posible entenderlos en el contexto de la historia, así que la selección no ha sido fácil y os advierto de que me ha quedado bastante larga... por lo que me ha costado muchísimos días llegar a hacerla. Finalmente aquí está,   ¡A ver que os parece!


ATENCIÓN: ¡Los que tienen ** contienen spoilers!
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Empecemos por el principio, y es que este libro me ha gustado ya desde la dedicatoria. Como todos sabréis, la deliria no es mas que esa terrible enfermedad descrita en el libro. Sí, eso que te hace hacer feliz a los demás, eso que te impulsa a sentir y a ser feliz: el amor. Entendido esto, la dedicatoria de Lauren Oliver nos dice mucho:


(Dedicatoria)

Para todos aquellos, 
que me han contagiado
los deliria nervosa de amor en el pasado,
ya sabéis quienes sois. 
Para todos aquellos
que me infectarán en el futuro,
estoy deseando saber quienes sois.


A ambos grupos, gracias.


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Un pequeño pero vital consejo de Hana, breve pero muy conciso y claro:

(En el capítulo Tres)

-Ya sabes que no puedes ser feliz a menos que seas desgraciada alguna vez, ¿verdad?


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Hablemos ahora de la amistad existente entre Lena y Grace. Una amistad que se basa en diminutos actos, prácticamente inapreciables, pero de una gran importancia: 

(En el capítulo cinco)
Le aparto el cabello de la cara y retiro de sus hombros las sábanas empapadas en sudor. Me va a doler dejarla cuando me vaya. Nuestros secretos nos han acercado y nos han unido. Ella es la única que sabe de la frialdad, ese sentimiento que me viene a veces cuando estoy en cama, un sentimiento negro y vacío que me quita el aliento y me deja jadeando como si me acabaran de tirar agua helada. En noches así, aunque está mal y es ilegal, pienso en aquellas palabras extrañas y terribles: "Te amo", y me pregunto qué sabor tendrían en mi boca, intento recordar su ritmo cadencioso en la voz de mi madre. 

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Como dije en la reseña, los poemas y escritos de inicio de capítulo me parecieron a la vez originales y estremecedores. Veamos un ejemplo que me gustó especialmente:
NOTA: Los que no hayáis leído el libro, debéis saber que un inválido es el término que la sociedad da a los rebeldes que se escapan para no operarse, y que viven "enfermos de amor". Lo quería aclarar porque si no sabéis eso y leéis el fragmento podéis malinterpretarlo o no entenderlo.


(En el capítulo seis)

Mamá, mamá, llévame a casa
Estoy en el bosque y nadie me acompaña.
Me encontré un hombre lobo, una bestia malvada,
me enseñó los dientes y fue directo a mis entrañas.

Mamá, mamá, llévame a casa.
Estoy en el bosque y nadie me acompaña.
Me asaltó un vampiro, con su pálida cara, 
me enseñó los dientes y fue directo a mi garganta.

Mamá, mamá, llévame a la cama.
Estoy medio muerta y lejos de casa.
Conocí a un inválido y me cantó una canción,
me mostró su sonrisa y me arrancó el corazón.

"Una niña camina hacia casa"

Canciones infantiles y cuentos tradicionales.


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A continuación una reflexión sobre el miedo, el conflicto interno entre hacer lo que quieres y hacer lo que debes:
  
(En el capítulo nueve)

Nunca en toda mi vida he estado sola tan tarde. Nunca he violado el toque de queda. Pero junto al miedo -que está siempre ahí, por supuesto, ese peso constante que me aplasta- parpadea una pequeña excitación que se eleva y desciende por debajo del miedo, haciéndolo retroceder un poco. Una especie de "vale, estoy bien, soy capaz de hacerlo". Solo soy una chica, una chica del montón, metro sesenta, nada especial, pero puedo hacer esto y no me va a parar ningún toque de queda ni ninguna patrulla del mundo. Es asombroso cómo me reconforta esta idea. Es increíble como consigue disolver el miedo, como una velita en mitad de la noche, que ilumina el entorno y quema la oscuridad. 


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El siguiente párrafo me parece realista y aplicable a nuestra vida, no literalmente, pero creo que describe muy bien esa sensación que todos hemos vivido alguna vez al enterarnos  de algo totalmente inesperado, cuando nos damos cuenta de que hemos sido ignorados y engañados. Lo mejor, la frase final:


**(En el capítulo nueve)

¿Es posible que durante todo este tiempo yo haya estado viviendo mi vida, estudiando para los exámenes, corriendo con Hana, mientras este otro mundo también existía, en paralelo y por debajo del mío, vivo, listo para salir a escondidas de las sombras y de los callejones en cuanto se pone el sol? Fiestas ilegales, música no aprobada, gente que se roza sin miedo a la enfermedad, sin miedo a sí mismos. 


Un mundo sin miedo. Imposible. 

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A continuación del fragmento anterior, una frase que refleja también un sentimiento que todos hemos sentido alguna vez, en esta ocasión referido a la soledad:


(En el capítulo nueve)

Y aunque me encuentro en medio de la mayor multitud que he visto en mi vida, me siento completamente sola. 

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Vamos ahora al amor y a cómo lo vive la protagonista:


**(En el capítulo nueve)


-¡Lena!
Es extraño cómo reconozco la voz al instante aunque, antes de hoy, sólo la he oído una vez y durante apenas diez minutos, quince a lo sumo. Es como una alegría contenida, como si alguien se inclinara a contarte un secreto interesantísimo en mitad de la clase más aburrida del mundo. Todo se queda inmóvil. La sangre deja de fluir por mis venas. Me quedo sin aliento.



Por un segundo, hasta la música desaparece y todo lo que oigo es algo firme, sereno y bello, como el toque lejano de un tambor, y pienso: "Estoy escuchando mi corazón", pero sé que eso es imposible, porque mi corazón también se ha detenido. Mi visión hace un zoom de cámara otra vez y lo único que veo es a Álex, que viene hacia mí usando los hombros para abrirse paso entre la gente.

[...]

-Qué estás haciendo tú aquí? -le pregunto tartamudeando mientras se acerca a mí.
Sonríe.
-Yo también me alegro de verte.


Ha dejado un metro de distancia entre nosotros, y se lo agradezco. En la semipenumbra, no puedo distinguir el color de sus ojos y no puedo permitirme distracciones en este momento, no quiero sentirme como me sentí en los laboratorios cuando se inclinó para susurrarme, aquella conciencia total de la distancia infinitesimal que separaba su boca de mi oído: terror, culpa y excitación, todo a la vez.




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Sigo con un fragmento que está muy cerca del anterior, y describe la duda de la protagonista en referencia al chico, y es que es difícil saber de quien es posible fiarse:

**(En el capítulo nueve)





— Por cierto, todavía no has dicho que lo sentías.


—¿El qué?

[...]

—Por dejarme plantado —un lado de su boca se alza más, y de nuevo tengo la sensación de que está compartiendo conmigo un secreto delicioso, que está intentando decirme algo—. No te dignaste aparecer aquel día en Back Cove.

Siento un estallido de triunfo: «¡Me estuvo esperando en la ensenada! ¡Realmente quería que yo me reuniera con él!». Al mismo tiempo, la ansiedad florece en mi interior. Quiere algo de mí. No estoy segura de lo que es, pero puedo sentirlo, y eso me hace tener miedo.

—Bueno, entonces, ¿qué? —se cruza de brazos y se balancea sobre los talones, siempre sonriendo—. ¿Me vas a pedir disculpas o qué?

Su naturalidad y confianza en sí mismo me exasperan, como me pasó en los laboratorios. Es tan injusto..., tan distinto de como me siento yo, que parece que me va a dar un infarto, o que me voy a derretir hasta convertirme en un charco.

—Yo no me disculpo con los mentirosos —digo, sorprendida de la firmeza de mi voz.

Él da un respingo.

—¿Y eso qué quiere decir?

—¡Venga ya! —pongo los ojos en blanco, sintiéndome a cada instante más segura de mi misma—. Mentiste al decir que no me habías visto en la evaluación. Mentiste cuando afirmaste que no me conocías —voy haciendo un recuento de sus mentiras con los dedos—. Incluso mentiste al negar que estabas dentro de los laboratorios el día de la evaluación.


—Vale, vale —alza los brazos—. Lo siento, ¿de acuerdo? Mira, soy yo quien debería pedir disculpas —se me queda mirando por un instante y luego suspira—. Te lo dije: al personal no se le permite entrar en los laboratorios durante las evaluaciones. Para mantener la pureza del proceso o algo así, no sé. Pero yo necesitaba una taza de café y hay una máquina en el primer piso del complejo C que tiene café del bueno, con leche de verdad incluso, así que usé mi código para entrar. Eso es todo. Fin de la historia. Y luego tuve que mentir al respecto. Podría perder mi empleo. Además, yo solo trabajo en los puñeteros laboratorios para pagarme la universidad...

[...]


Una explicación perfectamente natural y razonable. Me siento aliviada y ya me da menos miedo. Al mismo tiempo, hay algo que se mueve bajo mi pecho, un sentimiento apagado, una decepción. Y una cierta cabezonería, una parte de mí que seguía dudando de él. Recuerdo el aspecto que tenía en la platafora de observación, con la cabeza echada hacia atrás, riendo, la forma en que me guiñó el ojo. La expresión que tenía, divertida, segura, feliz. Sin miedo en absoluto.



Un mundo sin miedo.

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Vayamos ahora a otro fragmento largo, en el mismo capítulo (que me encanta), en el que se describen perfectamente los sentimientos que causa algo maravilloso pero a la vez tremendamente prohibido como es el amor en el mundo de Lena. La prosa romántica de Lauren Oliver es fantástica, espectacular, y para muestra un botón con hermosas metáforas.

**(En el capítulo nueve)

¿Tú te acuerdas de mí?


Se ríe.

—Es difícil no fijarse en ti. Solías girar alrededor de la estatua, dabas un salto y soltabas un grito de alegría.

Me sube el calor por el cuello y las mejillas. Me debo de estar poniendo colorada otra vez, y doy gracias a Dios de que nos hayamos alejado de las luces del escenario. Se me había olvidado por completo: siempre daba un salto para chocar los cinco con el Gobernador cuando Hana y yo pasábamos corriendo; era una forma de darnos ánimos para el recorrido de vuelta hasta el colegio. A veces incluso gritábamos: «¡Halena!». Supongo que parecíamos un par de locas.

—Yo no... —me humedezco los labios, buscando a tientas una explicación que no suene ridícula—. Cuando se corre, a veces se hacen cosas raras. Por las endorfinas y todo eso. Es como una droga, ¿sabes? Te afecta al cerebro.

—A mí me gustaba —dice—. Parecías... —se interrumpe por un momento. 
Su rostro se contrae ligeramente, un cambio minúsculo que apenas puedo detectar en la oscuridad, pero en ese momento está tan quieto y parece tan triste que casi me deja sin aliento, como si fuera una estatua, o una persona distinta. Temo que no va a terminar la frase, pero luego la remata—. Parecías feliz.

Por un momento nos quedamos ahí en silencio. Luego, de golpe. Álex vuelve, relajado y sonriente.

—Una vez te dejé una nota. En el puño del Gobernador, ¿sabes?

«Una vez te dejé una nota». Es imposible, resulta absurdo siquiera pensarlo, y me oigo repetir a mí misma:

—¿Que me dejaste una nota? ¿A mí?

—Alguna tontería. Quizá un «hola», un emoticono y mi nombre. Pero entonces tú dejaste de venir —se encoge de hombros—. Probablemente siga allí. La nota, quiero decir. Aunque seguramente a estas alturas será solo una bola de papel.

Me dejó una nota. Me dejó una nota a mí. A mí. La idea, la certeza, el hecho de que me vio y pensó en mí durante más de un segundo, es abrumador hace que sienta un hormigueo en las piernas y que parezca que se me han dormido las manos.

Y luego me entra el miedo. Así es como empieza. Aunque él esté curado, incluso aunque él esté a salvo, el hecho es que yo no lo estoy, y así es como empieza. Fase 1: Preocupación, dificultad de concentración, sequedad de boca, transpiración, palmas sudorosas, mareos y desorientación. Siento una mezcla atropellada de alivio y náusea; es como enterarte de que todos conocen tu peor secreto, que lo han sabido desde siempre.


Todo este tiempo, la tía Carol tenía razón, los profesores tenían razón, mis primas tenían razón. Soy como mi madre, después de todo. Y esa cosa, la enfermedad, está dentro de mí, lista para salir a flote en cualquier momento, para activarse en mis entrañas, para empezar a envenenarme.

—Tengo que irme.

Echo a andar colina arriba, casi corriendo, pero de nuevo camina detrás de mí.

—No te vayas tan rápido —en la cima de la colina, me agarra por la muñeca para detenerme. Su contacto me quema y salto hacia atrás rápidamente—. Lena. Espera un minuto.

Aunque sé que no debería, me detengo. Es por la forma en que pronuncia mi nombre, como si fuera música.

—No tienes por qué preocuparte, ¿vale? No tienes por qué tener miedo —su voz brilla otra vez—. No estoy intentando coquetear contigo.

La vergüenza me invade. Coquetear. Una palabra sucia. Él cree que yo creo que estaba coqueteando.


—Yo no... yo no creo que tú estuvieras... yo nunca pensaría que tú...

Las palabras colisionan en mi boca y en ese momento sé que no hay oscuridad que pueda cubrir mi turbación.

Ladea la cabeza.

—Entonces, ¿tú sí que estabas coqueteando conmigo?

—¿Cómo? ¡No! —farfullo.

Mi mente gira ciegamente por el pánico y me doy cuenta de que ni siquiera sé lo que es coquetear. Solo sé lo que he leído en los libros. Solo sé que es malo. ¿Se puede coquetear sin saber que lo estás haciendo? ¿Está coqueteando él? Mi ojo izquierdo palpita enloquecido.

—Tranquila —dice alzando las manos, como diciendo: «No te enfades conmigo»—. Estaba bromeando —se vuelve ligeramente hacia la izquierda, sin dejar de mirarme. La luna ilumina claramente su cicatriz de tres patas: un triángulo blanco perfecto, una cicatriz que te hace pensar en el orden y la seguridad—. No supongo ningún riesgo, ¿te acuerdas? No puedo hacerte daño.

Lo dice en voz baja, sin alterar el tono, y yo le creo. Y, sin embargo, mi corazón no puede detener este frenético aleteo en mi pecho que se acelera cada vez más, hasta que estoy segura de que me va a arrastrar lejos. Me siento como cuando llego a la cima de la colina y veo abajo Congress Street y todo Portland a mis espaldas —sus calles, a la vez bellas y desconocidas, son un resplandor de verdes y grises—, me siento como cuando llego allí, justo antes de abrir los brazos y dejarme ir, bajar la colina saltando y tropezando, con el sol en la cara, sin siquiera tratar de moverme, solo dejando que la gravedad tire de mí.
Emocionada, sin aliento, esperando la caída.

De repente me doy cuenta del silencio que nos rodea. La banda ha dejado de tocar y la gente se ha quedado callada. Solo se oye el viento que sisea entre la hierba. Desde donde estamos, unos quince metros más allá de la cima de la colina, ya no se ve el granero ni la fiesta. Por un momento, imagino que somos las únicas personas que hay en la oscuridad, que somos las dos únicas personas despiertas y vivas en la ciudad, en el mundo.


Poco después, ligeras hebras de música comienzan a entretejerse y a ascender en el aire, suavemente, como un suspiro.


Al principio tan bajo que parece una brisa. Este tema es totalmente distinto del que han tocado antes; este es delicado y frágil, como si cada nota fuera cristal hilado, o una hebra de seda que serpentea en el aire nocturno.


De nuevo me sorprende lo absolutamente bello que es. Cómo surge de la nada. Me sobrecoge el deseo de reír y de llorar a un tiempo.
—Esta canción es mi favorita —una nube se desliza a través de la luna y las sombras bailan en su rostro. Sigue mirándome fijamente; me gustaría saber en qué está pensando—. ¿Has bailado alguna vez?


—No —contesto, quizá demasiado enérgicamente.


Se ríe con suavidad.


—No importa. No se lo diré a nadie.


Me vienen a la cabeza imágenes de mi madre: el tacto leve de sus manos mientras me hacía girar sobre los suelos de madera pulida de nuestra casa, como si fuéramos patinadoras: la calidad aflautada de su voz mientras acompañaba las canciones que salían de los altavoces, riendo.


—A mi madre le gustaba bailar —digo. Se me escapan las palabras y me arrepiento casi al instante.


Pero Álex no se ríe ni me pregunta. Sigue mirándome tranquilamente. Por un momento parece que va a decir algo. Pero luego, simplemente, alarga una mano hacia mí a través del espacio, a través de la oscuridad.


—¿Te gustaría? —pregunta. Su voz es apenas audible por encima del viento; es tan baja que parece casi un suspiro.


—¿Que si me gustaría qué?


Mi corazón ruge, apresurándose en mis oídos, y aunque todavía hay varios centímetros entre su mano y la mía, siento una energía que palpita conectándonos, y por el calor que inunda mi cuerpo se podría pensar que estamos completamente abrazados, palma con palma, rostro con rostro.


—Bailar —dice, y al mismo tiempo salva esos pocos centímetros que nos separan, encuentra mi mano y me acerca, y en ese momento la canción llega a una nota aguda y confundo las dos sensaciones, la de su mano y la de la elevación, el ascenso de la música.


Bailamos.


Casi todas las cosas, incluso los mayores movimientos de la Tierra, tienen su comienzo en algo pequeño. Un terremoto que destruye una ciudad puede comenzar con un temblor, con un estremecimiento, con una respiración. La música comienza con una vibración. Las inundaciones que asolaron Portland hace veinte años tras casi dos meses de lluvia ininterrumpida, que se precipitaron hasta más allá de los laboratorios y dañaron más de mil viviendas; las inundaciones que sacaron de los rincones neumáticos, bolsas de basura y viejos zapatos malolientes y los llevaron flotando por las calles como trofeos: las inundaciones que dejaron detrás una fina capa de moho verde y un olor a podrido que tardó meses en quitarse; esas inundaciones comenzaron con un hilillo de agua, no más ancho que un dedo, que lamia los muelles.


Y Dios creó todo el universo de un átomo no mayor que un pensamiento.


La vida de Grace se hizo añicos por una sola palabra: simpatizante. Y mi mundo estalló por otra palabra: suicidio.


Mejor dicho: aquella fue la primera vez que estalló mi mundo.


La segunda vez que estalló mi mundo fue también por una palabra. Una palabra que fue saliendo de mi garganta y llegó bailando hasta mis labios y brotó antes de que yo pudiera pensar en ello, o detenerla.


La pregunta era: «¿Quieres quedar conmigo mañana?».


Y la palabra: «Sí».

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Vamos ahora a otro fragmento genial, esta vez un poco más corto, sobre algunos momentos especiales que se quedan en la memoria:

(En el capítulo diez)
A veces siento que si uno observa las cosas, si se sienta quieto y deja que todo exista frente a él, el tiempo se detiene por un instante y el mundo se congela a medio giro. Solo por un instante. Y si de algún modo uno es capaz de vivir en ese segundo, puede vivir para siempre.
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Una buena declaración de amor digna de la más admirable película. Típica, pero igualmente bonita:

**(En el capítulo diez)

—No —digo tartamudeando—. No te atrevas a tocarme.


—Lena, te lo juro, no era mi intención hacerte daño. No era mi intención mentirte.—¿Por qué haces esto? —no puedo pensar, apenas puedo respirar—. ¿Qué quieres de mí?

—¿Querer...? —mueve la cabeza.


Parece sinceramente confuso. Y herido. Como si fuera yo la que ha hecho algo malo. Durante un instante siento un destello de compasión por él. Tal vez lo vea en mi cara, esa fracción de segundo en que bajo la guardia, porque en ese momento su expresión se suaviza y sus ojos brillan como el fuego. Aunque apenas le veo moverse, de repente salva la distancia que nos separa y me pone las manos en los hombros; noto sus dedos, tan fuertes y tan cálidos que casi me hacen llorar.



—Lena, me gustas, ¿vale? Eso es todo. Eso es todo. Me gustas.


Habla en voz tan baja y con un tono tan hipnótico que parece una canción. Pienso en depredadores que saltan silenciosamente desde los árboles. Pienso en enormes felinos con relucientes ojos de ámbar, igual que los suyos.


 Y entonces, haciendo un gran esfuerzo, retrocedo, chapoteo tratando de alejarme de él.


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Ahora quiero compartir con vosotros otro trozo largo, el principio de un capítulo en mi opinión perfectamente elaborado, en el que se nos habla del pasado y de como este nos absorbe. 

(En el capítulo once)


Aquí va un secreto sobre mi familia: varios meses antes de la fecha prevista para su operación, mi hermana contrajo los deliria. Se enamoró de un chico llamado Thomas, que también era incurado. Se pasaban el día tumbados en un campo de flores silvestres, protegiéndose los ojos del sol, susurrándose promesas que nunca pudieron mantener. Ella lloraba todo el tiempo, y una vez me confesó que a Thomas le gustaba besarla para que dejara de llorar. Todavía en este momento, cuando pienso en aquellos días en que yo tenía solo ocho años, me viene a la boca el sabor salado de las lágrimas.


Poco a poco, la enfermedad se fue introduciendo más y más en ella, como un animal que la mordisqueara desde dentro.


Mi hermana no podía comer. Lo poco que conseguíamos que tragara lo vomitaba casi instantáneamente, y yo temía por su vida.


Thomas le rompió el corazón, por supuesto, lo que no sorprendió a nadie. El Manual de FSS dice: «Los deliria nervosa de amor producen cambios en la corteza prefrontal del cerebro, lo que provoca fantasías y falsas ilusiones que, una vez rotas, conducen a su vez a la devastación psíquica» («Efectos», p. 36). Después de la decepción, mi hermana no hacía otra cosa que quedarse en la cama y mirar las sombras que se movían lentamente por las paredes; las costillas se le marcaban bajo la piel pálida como trozos de madera asomando del agua.


Incluso entonces se negó a ser intervenida y rechazó el consuelo que le podía proporcionar la cura. El día de la operación hicieron falta cuatro científicos y varias jeringuillas de tranquilizante para que se sometiera, para que dejara de arañar con aquellas uñas largas y afiladas que no se había cortado desde hacía semanas, para que dejara de gritar y maldecir y llamar a Thomas. Los vi venir a por ella para llevarla a los laboratorios; yo estaba sentada en un rincón, aterrada, mientras ella escupía, bufaba y daba patadas, y me acordé de mi madre y de mi padre.


Esa tarde, aunque a mí todavía me faltaba más de una década para alcanzar la seguridad, empecé a contar los meses para mi operación.


Al final, mi hermana fue curada. Volvió a mí dulce y contenta, con las uñas redondas e impecables, el cabello recogido atrás en una trenza larga y gruesa. Varios meses más tarde, se prometió con un informático, más o menos de su edad, y algunas semanas después de que ella terminara la carrera, se casaron con las manos ligeramente unidas bajo el toldo, ambos mirando hacia delante como si pudieran ver un futuro de días libres de preocupación, descontento o desacuerdo, un futuro de días idénticos como una hilera de burbujas bien formadas.


Thomas también fue curado. Se casó con la antigua mejor amiga de mi hermana, y ahora todos son felices. Rachel me dijo hace unos meses que las dos parejas se ven a menudo en picnics y fiestas del barrio, ya que viven bastante cerca, en el East End. Los cuatro se sientan y mantienen conversaciones serenas y educadas, sin que un solo destello del pasado perturbe lo tranquilo y lo perfecto del presente.


Eso es lo bueno de la cura. Nadie menciona aquellos días calurosos y perdidos en aquel campo, cuando Thomas besaba a Rachel para que dejara de llorar y se inventaba mundos para prometérselos, o cuando ella se desgarraba la piel de los brazos ante la sola idea de vivir sin él. Estoy segura de que se avergüenza de su pasado, si es que lo recuerda. Es cierto, ya no la veo tan a menudo, solo una vez cada dos meses, cuando se acuerda de que debe pasarse de vez en cuando por casa, y en ese sentido se podría incluso decir que con la operación he perdido un poco de ella. Pero eso no importa. Lo que importa es que está protegida. Lo que importa es que está a salvo.


Te voy a contar otro secreto, este por tu propio bien. Puedes pensar que el pasado tiene algo que decirte. Puedes pensar que deberías escuchar, esforzarte por distinguir susurros, que deberías hacer lo imposible, inclinarte para escuchar la voz que murmura desde el suelo, desde los lugares muertos. Puede que pienses que ahí vas a encontrar algo, algo que comprender o a lo que encontrar un sentido.


Pero yo sé la verdad. La conozco de las noches de frialdad. Sé que el pasado va a tirar de ti hacia abajo y hacia atrás, que te va a engañar con el susurro del viento y los gemidos de los árboles, que te va a impulsar a descifrar lo que no entiendes, a recomponer lo que estaba roto. No hay esperanza. El pasado no es más que un lastre. Se instala en tu interior como una piedra.


Hazme caso. Si oyes que el pasado te habla, si sientes que tira de tu espalda y que te pasa los dedos por la columna, lo mejor que puedes hacer, lo único, es correr. 

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En el siguiente trozo se habla del amor, y de lo mucho que te hace sentir:

(En el capítulo dieciséis)  
Esa noche, por primera vez en mi vida, me pongo delante del espejo del cuarto de baño y no veo a una chica del montón. Por primera vez, con el cabello recogido atrás y el camisón cayendo por un hombro y los ojos radiantes, creo lo que él ha dicho. Soy preciosa.
Pero no soy solo yo. Todo es bello. El Manual de FSS dice que los deliria alteran la percepción, inutilizan la habilidad para razonar claramente, perjudican la capacidad para formular juicios sólidos. Pero no explica que el amor provoca que todo parezca maravilloso. [...]  Las tormentas de verano son increíbles: fragmentos de vidrio que caen, aire lleno de diamantes. El viento susurra el nombre de Álex y el océano lo repite; los árboles se balancean como si bailaran. Todo lo que veo y toco me recuerda a él, y así, todo lo que toco y veo es perfecto.

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El amor que siente la protagonista le produce miedo, pero a la vez una sensación tan intensa como describe en el siguiente fragmento:

(En el capítulo dieciocho)

La verdad es que no estoy segura de lo que quiero decir. No soy capaz de hablar ni de pensar con claridad. En mi interior se arremolina una sola palabra, una tormenta, un huracán, y tengo que apretar bien los labios para impedir que crezca tanto que me llegue a la lengua y consiga salir. Amor, amor, amor, amor. Una palabra que no he pronunciado jamás con todo su significado ante nadie, una palabra que en realidad ni siquiera me he permitido pensar nunca.



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Ahora un fragmento precioso que expresa lo insignificante que es cualquier persona en la grandeza del mundo:

(En el capítulo diecinueve)
Lo más extraño de la vida es que sigue su traqueteo, ciega e ignorante, incluso cuando tu mundo privado, la pequeña esfera que te has forjado, se retuerce y deforma hasta que llega a explotar. Un día tienes padres, al siguiente eres huérfana. Un día tienes un lugar y un camino. Al siguiente estás perdida en una selva.
Y sin embargo, el sol sigue saliendo y las nubes se juntan y van a la deriva y la gente compra comida y las persianas suben y bajan y se tira de la cadena. Es entonces cuando te das cuenta de que casi todo, la vida, el incesante mecanismo de existir, no tiene que ver contigo. No te incluye en absoluto. Va a empujarte hacia delante incluso después de que hayas saltado más allá. Incluso después de que hayas muerto.
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Una nueva escena de nervios y acción, basada en el más profundo de los sentimientos:


**(En el capítulo veintitrés)
-Lena –me llama colocando las manos en mis codos y haciéndome girar para situarme frente a él. Cuando me niego a mirarle a los ojos, me alza la barbilla obligándome a que le mire-. Magdalena –repite; es la primera vez que ha usado mi nombre completo desde que nos conocemos-. Tu madre te amaba, ¿lo entiendes? Te amaba. Te sigue amando. Quería que estuvieras a salvo.

El calor me invade. Por primera vez en mi vida, no me da miedo el verbo amar. Algo parece abrirse dentro de mí como un bostezo, se estira como un gato que intenta absorber el sol, y necesito desesperadamente que me lo vuelva a decir.

Su voz es infinitamente suave. Sus ojos son cálidos y están veteados de luz, con ese color del sol que se derrite como mantequilla a través de los árboles en una luminosa tarde otoñal.

-Y yo también te amo –sus dedos me acarician el borde de la mandíbula, bailando brevemente sobre mis labios-. Tendrías que saberlo. Tienes que saberlo.

De pie entre dos contenedores asquerosos en una callejuela de mierda, mientras el mundo se derrumba a mi alrededor, al oír cómo Álex dice esas palabras, todo el miedo que he llevado conmigo desde que aprendí a sentarme, a ponerme de pie, a respirar, desde que me dijeron que dentro de mí había algo malo, algo enfermo y podrido, algo que debía ser eliminado, desde que me dijeron que estaba casi echada a perder… todo se desvanece de repente. Eso que habita en lo más profundo de mi espíritu, el corazón de mi corazón, se estira y se despliega más, se alza como una bandera y me hace sentir más fuerte de lo que me había sentido nunca.

Abro la boca y digo:

-Yo también te amo.
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Otro fragmento magnífico, esta vez forma parte de un pensamiento de Lena sobre el sentido de la vida:


(En el capítulo veintitrés)
Por primera vez en mi vida, realmente siento compasión por Carol. Solo tengo diecisiete años y ya sé algo que ella no sabe. Sé que la vida no es vida si te limitas a dejarte llevar por ella. Sé que el objetivo, el único objetico, es encontrar las cosas que importan y aferrarse a ellas, luchar por ellas y negarse a soltarlas.
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Vamos al penúltimo fragmento de esta selección, una frase célebre puesta a inicio de capítulo y que es totalmente ilustrativa:


(En el capítulo veintisiete)
Quien trata de alcanzar el cielo de un salto puede caerse, es cierto.
Pero también puede que vuele.

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Vamos ya con el último, el definitivo. El final de esta historia maravillosa, un mensaje de amor y esperanza:
**(En el capítulo veintisiete)
Tienes que comprenderlo: yo no soy nadie especial. Soy solo una chica normal. Mido uno sesenta y soy del montón en muchas cosas. Pero tengo un secreto. Aunque construyan murallas que lleguen hasta el cielo, yo encontraré la forma de volar sobre ellas. Aunque intenten atraparme con cientos de armas, yo encontraré un modo de resistir. Y hay muchos como yo ahí fuera, más de los que crees. Gente que se niega a dejar de creer. Gente que se niega a volver a tierra. Gente que ama en un mundo sin murallas, gente que ama frente al odio, frente al rechazo, sin miedo y contra toda esperanza.

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 Y con esto acabo esta larguísima entrada que tanto tiempo me ha costado escribir, pero que a la vez tanto he disfrutado. Una gozada de libro, altamente recomendable. 


Próximamente más!
 Un besito!

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Escribir no es más 
que jugar con las palabras.
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