Hace unos días, apareció en la red un artículo de opinión de un prestigioso
autor que dio mucho de que hablar. Me estoy refiriendo al escrito de Jordi
Sierra y Fabra en una nueva revista online, Off the
record, en el que opina sobre la blogosfera literaria.
Este artículo trajo polémica consigo y provocó muchos comentarios respecto
a la crítica que en él se hace a los blogueros más jóvenes. Sierra i Fabra dice
que muchas veces hay matices que son malinterpretados en las reseñas, cosa que puede molestar a los autores. No quiero caer en el error de
resumiros el texto y daros una versión subjetiva de él sin darme cuenta, por lo
que prefiero dejaros el artículo para que podáis leer las propias palabras del
autor si no lo habéis hecho ya. (Dadle click a la imagen para hacerla más grande).
SIERRA i FABRA, Jordi.(2012): ¿Blogs? ¡Cuidado!, Off the record, 1, 6. |
Como el tema despertó tanta confrontación
de opiniones, el escritor publicó una carta en respuesta. En ella, pide perdón
por si alguien se ha sentido atacado, y reafirma su apoyo al mundo bloguero con
argumentos basados en su trayectoria en favor de ellos. (Podéis leerla aquí)
Todo este debate me ha parecido una buena oportunidad para dar mi personal
punto de vista e invitaros a reflexionar sobre el papel de los blogueros y sus
críticas.
Yo soy de la
opinión de que NO es necesario haber leído los grandes clásicos para poder
opinar sobre un libro. Y me explicaré poniendo de
ejemplo mi caso: La finalidad para la que creé este blog es compartir mi
opinión. La mía, la de mi persona, alguien con unas determinadas posibilidades
y limitaciones. Cierto es que no he leído muchos clásicos, pero en ningún
momento me he vendido a mi misma como una gran experta en literatura. Siempre
he dejado claro (o si no lo he hecho lo hago ahora) que solo soy una humilde lectora que como todos
forma sus ideas, tan únicas, diferentes y válidas como las de cualquier
otro. Y quien quiera leer el blog sabe
lo que en él va a encontrar.
Creo fervientemente que hay gente que se siente más identificada con mis
gustos y mi estilo (o los de alguien como yo) que con los de alguien que se
haya leído una lista interminable de clásicos, del mismo modo que sé que hay
gente con la que ocurre lo contrario. Pero para eso existe la libertad: cada
uno puede leer lo que le guste más, y su elección no será ni mejor ni peor que
las del resto.
Desde siempre, una de las formas más eficientes de transmitir una opinión ha
sido el
boca a boca. Y quizás no siempre este ha ido acompañado de unas elaboradas argumentaciones. El
hecho de que en la actualidad ese boca a boca se haga por escrito a través de
los blogs no significa nada. Quizá este tipo de transmisión no sea considerada
“culta”, pero el hecho de que lo considerado culto sea mejor es, en mi modesta
opinión, algo discutible. Habrá quien dé prioridad a los textos complejos y llenos de matices para
convencerse de una opinión, y habrá quien preferirá una idea quizás expresada
de una forma más simple pero a la vez más entendedora. Cada cual que escoja las opiniones (y la forma en la que
estas son expresadas) que prefiera.
Hay veces en las que no resulta sencillo (o no se tiene suficiente nivel de
lenguaje) para describir el por qué un
libro te ha gustado o no. Pero que no se haya adquirido el nivel lingüístico óptimo para
expresarlo no significa que no haya una opinión formada, y que esta no sea tan válida
como las demás. Hacer una reseña,
como la mayoría de las cosas, no es fácil. Pero nadie nace enseñado, y la mejor
manera de aprender es intentándolo y practicándolo. Yo intento poner en práctica
en mis reseñas los consejos que me dan y hacerlo lo mejor que puedo, imagino
que como todo el mundo. Pero cuidado, porque ese mejor es en base a mi juicio, y lo que
para mí es mejor puede que para otro no lo sea. Si a alguien no
le gustan mis intentos, sencillamente tiene la libertad para no leer mi blog.
En ningún momento cuando alguien hace una reseña, tanto en el mundo profesional
como en el de los que las hacemos por placer, está diciendo una verdad universal. Lamentablemente
(o no), no hay manera de
ponernos en la cabeza de un autor para poder ver todo el
razonamiento que le ha llevado a escribir lo que ha escrito y como lo ha
escrito. La única forma de comunicación que tenemos es el lenguaje, y este es
tan imperfecto e incompleto como lo es su creadora, la raza humana. Es por
eso que cada
uno interpreta un libro a su manera. Y aunque los argumentos que se dan en una
reseña no sean convincentes para el autor, sí que pueden serlo para otros
lectores que lleguen a pensar lo mismo que el bloguero, del mismo modo que ese libro puede fascinar a
algunos y dejar indiferentes a otros.
En cualquier caso, si algún autor está en desacuerdo con cualquiera de mis
reseñas y desea matizar algún detalle, estaré encantada de que lo haga,
del mismo modo que puede hacerlo cualquier otra persona. Y no por eso hay que
enfadarse con nadie. ¡Arriba el dialogo constructivo!
Finalmente, deciros que no creo que se deba clasificar el trabajo literario
(ni cualquier otra cosa) de alguien en función de su edad ni de ningún otro de
sus rasgos. Tendemos a tipificar a la gente, de modo que cuando hablamos de
quinceañeros o de gente mayor nos imaginamos un perfil de persona determinada,
olvidándonos de la esencia única e irrepetible de cada persona.
Así que la conclusión que yo saco de todo esto es que cada uno deberá juzgar cada crítica a su
manera, en función de su situación, de lo que busque o de sus gustos personales.
E insisto, ninguna de esas opiniones será la verdadera. No hay cosas buenas o malas, todo es
relativo.
Porque para gustos... ¡los colores!
¿Qué opináis vosotros de las palabras de Jordi Sierra i Fabra?
¿Creéis que se puede malinterpretar una novela?
Como siempre, vuestros comentarios serán recibidos estupendamente ;)
Un besoo!
Escribir no es más
que jugar con las palabras.
El lector no se equivoca. Se equivoca el autor si quiere transmitir algo y el otro interpreta lo contrario. Tampoco se puede generalizar de esa forma. Ninguno tenemos pretensiones de críticos literarios. Si las tuvieramos, seguramente nadie entraría en nuestros blogs...
ResponderEliminarPues yo debí malinterpretar la novela que leí, porque yo su intención la veo, claro, pero como ha dicho Deborah, el lector tiene la razón. Es como El cliente SIEMPRE tiene la razón! Y si no lo has entendido o la han malinterpretado, la culpa es del escritor!!! Su problema puede ser puntual o que siempre le crucifiquen, en ese caso es que lo de redactar no es lo suyo. La gracia de la literatura es que es un arte, y como todos ellos se alimenta de interpretaciónque hace el observador.
ResponderEliminarNo es culpa mía si ha creído que una protagonista es tonta, es como YO lo he interpretado, igual que la imagen mental de los personajes.
Y en el artículo, eso de que nos ESCONDEMOS tras nicknames y cosas así... es que no ha oído hablar de los peligros de internet??? Lo siento, pero yo no pienso ir poniendo mi nombre por el mundo para que cualquiera sepa quién soy, dónde vivo, etc.
Así que sé que no critica, pero no creo que tenga razón. Oìno como tú, es una opinión, a quien no le guste que no mire!!! Y no interpretaré mejor si leo los GRANDES clásicos!! Los tiempos han cambado!! Los clasicos actuales tienen que ser los que ahora tiene de verdad peso >-<
Gracias por el debate ;)
besitos<3